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Bajo el concepto de laboratorio ensayamos, durante cuatro meses, una serie de ejercicios que desembocaron en una presentación final intitulada Romeo + Julieta. Estos ensayos, como parte de los fenómenos de lo indeterminado y lo renuente a ser concreto y definido –como dice Alberto Villarreal, representaron un espacio libre de las limitaciones de la vida profesional, en el que el objeto del ensayo era el ensayo mismo. Ensayar produjo una considerable variedad de propuestas escénicas, complejas y polisémicas, que fueron trazando el devenir de esta puesta.

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El cometido fue realizar ejercicios centrados en las nociones de violencia, deseo, osadía y justicia, a través de los personajes shakesperianos de la obra Romeo y Julieta; interviniéndolos (para potenciar a algunos que resultaban limitados para nuestros fines) con obras de otros autores, como: Blancanieves de Elfriede Jelinek y Las penas del joven Werther de Goethe, así como la película Romeo + Julieta de Baz Luhrmann. Nuestra versión es ciertamente más exigua que la obra shakesperiana, pero al mismo tiempo está enriquecida por toda nuestra contemporaneidad.

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Sin duda, cuando empezamos este proceso no teníamos la certeza del punto de llegada. Trabajamos de manera rizomática, no en línea recta; siguiendo el camino de las particularidades, de la invención original de cada actor

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Ya que el teatro no es determinista, hacer del arte y del artificio un juego de estímulos perpetuos requiere de ensayo y error. Tras este proceso, pienso que puede ser en la escuela –donde el mundo profesional no pesa– que el teatro encuentre, quizá, su mejor laboratorio; dotado del tiempo necesario para realizar las investigaciones, los experimentos y los ejercicios que constituirán la sustancia de la vida del actor.

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Mónica Jasso